Recuerdo que de niño me encantaban las máquinas de bolas. Aunque siempre pedía una moneda (creo que costaban 25 pesetas) mis padres casi nunca cedían (de vez en cuando mis hermanos y yo seducíamos a algún tío o abuelo) y tenía que conformarme con mirar las bolas desde fuera, con sus jugosos regalos flotando en su interior. Además, siempre había alguno de los premios que me atraía más que los demás e imaginaba que era ese precisamente el regalo que la máquina me escupiría. Cuando pasaba cerca de alguna de estas máquinas invariablemente abría la tapa por si algún niño despistado había echado la moneda pero había olvidado el regalo. Si eso fallaba intetaba girar la maneta por si otro niño despistado había introducido el dinero pero no había sacado el premio. Creo que nunca funcionó semejante artimaña y tuve que seguir soñando con que algún día nadaría en una piscina repleta de bolas llenas de regalos. Tampoco pasó nunca. Sin embargo, al cabo del tiempo, cuando ya era un poco más mayor, aparecieron en ferias y parques de atracciones ese tipo de maquinas llenas de tesoros como peluches, relojes, calculadoras y toda suerte de artilugios tan inútiles o más que los premios que aparecían en las bolas. Para colmo de males, había que cogerlos con un gancho que siempre fallaba. Eso sí, el sitio por donde salían los regalos era un poco más grande que el de las bolas ofreciendo posibilidades que aquellas no tenían. Y a las pruebas me remito.
15 julio, 2008 at 21:38
Mi madre se desmaya si me ve de peque dentro de una máquina de esas!!!
Qué fuerte!
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16 julio, 2008 at 06:27
JAjjajjaaaa. Siento una mezcla de terror y estupefacción. Por una parte creo que no puede ser y por otra la cría me da una envidia tremenda. Yo me habría resistido más que ella a salir de la máquina esa y, por supuesto, me habría llevado mi recompensa por la hazaña.
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16 julio, 2008 at 11:03
ay mare!
Pero ella ni se a asustado ni ná! qué tía1
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16 julio, 2008 at 13:20
«ha asustado» perdón! 😛
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16 julio, 2008 at 20:23
Joer la niña, qué hacha y que finita debe de ser…
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16 julio, 2008 at 23:44
Luego viene un señor, mete una moneda, le toca la niña y ya estamos con lo de siempre, que si tal, que si la justicia…
😛
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17 julio, 2008 at 21:46
Carabiru: Y la mía, y la mía.
Ruth: Pero si al final consigue su recompensa. O eso me parece ver al final de vídeo. Por cierto, lo mejor, tal como ya comentamos, es el limpiador ese que se va paseando por ahí con la gamuza y el limpia cristales. Le da un ritmo de comedia que pa qué.
Lidia: Qué se va a asustar si parece que está encantada.
Lucinda: Sí, esa es la suerte que tuvo ¿no? Sinceramente, me gustaría probarlo. 🙂
Galahan: La cosa está muy mal planteada. Deberían estudiarlo.
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22 julio, 2008 at 17:12
¡Este vídeo es buenísimo, jajajaja! Precisamente estuvimos viéndolo el viernes con más amigos, es impresionante. Lo que no entiendo es cómo la madre le obliga a la niña (que por cierto, está feliz cual lombriz ahí repantingada sobre los peluches, ¡jajaja!) a volver a salir por el agujero, ¡es de locos! ¿Y si hay alguna hélice o algún mecanismo similar? Parece que el técnico desenchufa la máquina enseguida pero jolines, qué imprudencia. Yo me hubiera puesto tan nerviosa que habría roto el cristal de un patadón para recuperar a mi niña lagartija, ¡qué odisea!
Besotes muchos :*
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24 julio, 2008 at 16:37
jope! se me mete el gajito por ahí y monto una escandalera de los nervios que viene hasta el ejército
y lo veo muyyy fáci que el gajito se me cuele por un agujero de esos, ya lo puedo mantener a distancia
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26 julio, 2008 at 17:08
jaja, increible. Saludos
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